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Libertad

Solemos asociar la idea de la libertad con la potestad de ir y venir, o de hacer y deshacer a voluntad, sin más restricción que la de no atropellar las libertades de otros en el proceso. Lo cual es una limitante considerable pero necesaria para que las cosas no se salgan de control. También solemos asociar la libertad con privilegios en los que justamente dicha libertad es la propia justificante para incurrir en caprichos y conductas autodestructivas. (Un, lo hago porque soy libre de hacerlo) haciendo así de la libertad, no un concepto filosófico que nos exija, pero uno que nos “libera”. Nuestros antepasados lucharon y murieron por la libertad y se los agradecemos, porque ahora nosotros vivimos los frutos de aquellas luchas. Pero aquellas luchas ya fueron, y la libertad ya fue "garantizada" para todos. Ya no tenemos que luchar más. Este es un antiguo concepto proveniente de aquellas épocas en las que los hombres no podían ir y venir o hacer y deshacer a voluntad.


El concepto de esclavitud de muchos, también es algo que proviene de un oscuro pasado en el que las personas eran vistas como las posesiones de otros; el maltrato a hombres, mujeres y niños, y la degeneración correspondiente a ver a las personas como objetos, ahora es algo que no se deja ver facilmente, más que en películas e historias de aquel lejano pasado. Tan lejano y oscuro que ya no lo identificamos en nuestro día a día. Pero la esclavitud no tiene aquella forma grotesca y perturbadora desde hace 150 años, no; ahora viste elegante y atractiva, paseándose entre nosotros, que tan pronto nos olvidamos de ella y de que la lucha por la libertad se lleva a diario dentro de cada uno de nosotros.


Aquellos hombres de antes luchaban por razones más tangibles que las razones modernas; las razones modernas son mentales. En un mundo en el que podemos ir y venir, hacer y deshacer, la expresión de la libertad está en la capacidad de elegir lo que queremos. Lo cual puede ser una línea muy borrosa, y una que el mercadeo se ha encargado de borrar aún más, con tal de hacernos creer que lo que deseamos es eso que nos quieren vender. —Y no me refiero solo a productos como tal, sino a estilos de vida enteros— en los que dependemos y requerimos de innumerables comodidades para estar bien; y en los que una vida sin nuestro preciado comfort es inimaginable. Todos deseamos un futuro mejor, todos deseamos amor y buenas relaciones, salud y bienestar, paz y tranquilidad, todos soñamos con tener lo necesario. Pero vivimos en ciudades en las que cada esquina es un espacio publicitario, con pantallas atrapando cada segundo posible de nuestra atención; todas ofreciéndonos toda clase de productos o servicios para hacer nuestra vida mejor.


Atrapados en el estilo de vida del esclavo moderno. Depresivo y sin propósito que nos mantiene gastando en psicólogos y doctores que no tienen la solución, solo unas pastillitas para ocultar los síntomas y sentirnos mejor por un rato. porque ellos están tan atrapados en este sistema como todos los demás y ni siquiera ellos mismos son ejemplos de cómo vivir con salud. Un estilo de vida en el que el trabajo es para pagar la basura con la que los alimentan y para pagar los doctores y pastillas que alivian las consecuencias. Un estilo de vida donde se paga por muchas cosas que antes eran gratis, como: la seguridad, la confianza, el cuido de los niños y de los ancianos, se paga para que nos preparen los alimentos, para que nos entretengan —Porque ya no sabemos hacerlo solos— para que nos arreglen las cosas y nos resuelvan cada problema. Porque en una vida así solo nos queda energía para lidiar con el trabajo y con el animal salvaje que grita en nuestra cabeza. Todo esto es probablemente la misma razón por la que este texto no llegue a ser leído por las personas que más lo necesitan, estas personas no solo no tendrán tiempo para tales cosas, les parecerá un insulto a su inteligencia y a su esfuerzo, ya que esa es la dolorosa verdad. Darnos cuenta de que hemos sido estafados históricamente para trabajar por la remuneración justa para que nuestro estilo de vida de esclavitud sea sostenible. Ni suficientemente doloroso para cambiar, y confortable justo lo suficiente para permanecer ahí.


Un cuerpo en forma, una mente calmada, una casa llena de amor. Estas son cosas que no se pueden comprar. La libertad de elegir estas cosas no nos ha sido arrebatada como a un esclavo, sin embargo cada día nos es arrebatada nuestra atención, para que dejemos de ver ese objetivo mayor y que nos contentemos con las más baratas e instantáneas recompensas del comfort. Luchar por la libertad personal requiere que aprendas cómo controlar tu mente, requiere de que recuperes tu atención, lo cual no es cosa fácil. Libertad sobre tu tiempo requiere la disciplina de planear y aprovecharlo. Libertad financiera requiere disciplina para ganar y gastar. Incluso sentirse libre con tu propio cuerpo requiere la disciplina de cuidar de él; ¡tienes que luchar por ello! La libertad está encerrada detrás del incómodo trabajo que postergas, esperando que te la ganes. 


“La libertad no es la ausencia de compromisos, sino la capacidad de elegir y comprometernos con nuestras metas y valores.”


Disciplina = Libertad


 Sin la verdadera libertad de permitir a nuestro ser vivir de la manera más auténtica y humana nos volvemos seres sin sentido, deprimidos y ansiosos, llenos de miedo y faltos de carácter. Porque entre esas necesidades que no se pueden comprar, está la profunda necesidad del humano de dar sentido a su que hacer, a su existencia, a su vida y a su muerte; y por ello no se contenta con vivir su quehacer por la mera utilidad del momento, sino que quiere justificarlo mediante una interpretación trascendente, quiere verlo santificado y sublimado por un ideal supremo. Esta necesidad religiosa o metafísica, es tan vieja y primordial como la necesidad de comer, de amar o de abrigarse; y sin embargo es la necesidad de la que más hambrientos están los hombres modernos, pues aún el hombre rastrero, superficial y opaco al pensamiento no escapa de la primigenia necesidad de conocer el sentido de su vida.



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