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La sabiduría de los platos

Actualizado: 15 oct 2024

Lavar bien los platos nos puede salvar la vida, y de muchos otros problemas más, para empezar, nos puede salvar de tener que lavar más platos después, cuando se hayan acumulado con los de la siguiente comida, y nos puede salvar de tener que hacerlo apresuradamente, mientras cocinamos, exponiéndonos a la posibilidad de que, en el apuro de cocinar y lavar platos a la vez, botemos y rompamos algo, o de que accidentalmente reguemos la sal en la comida, o aún peor! en el piso. También nos puede salvar de tener que comernos la comida apresuradamente, después de haber durado más de lo esperado limpiando y preparando; También nos puede salvar de llegar tarde.


Lavar los platos con gusto, puede mejorar nuestra relación con las personas que convivimos. Muchas veces sentimos que esa tarea se nos ha asignado injustamente y esto puede generar roces entre las personas. Pero cuando alguien asume esta responsabilidad con gusto, todos los demás se tranquilizan al ver que su salvador ha aparecido al rescate.


Lavarlos bien puede salvarnos de servir comida en un plato mal lavado, y de que con los restos mínimos de comida en descomposición, nos ganemos una fuerte indigestión. Una indigestión puede tener consecuencias aún peores dependiendo del contexto en el que la coloquemos; pero no voy a ir tan lejos, el punto ya está claro. Los platos se merecen un enorme respeto, atención y cuidado. Merecen que los lavemos de buena gana y con calma; merecen que estemos presentes en lo que hacemos, porque así como no queremos dejar comida en un plato tampoco queremos que quede lleno de jabón. 


La recompensa por hacer esto bien es mucho más grande que solo evitarnos un dolor de estómago u otros problemas en el futuro. Si decidimos hacerlo con completo compromiso, vamos a gozar de un momento de silencio en nuestra mente, meditativo, incluso de flow. Momentos como estos son más y más escasos en el mundo de hoy que, con su enorme acceso al entretenimiento y distracción hacen cada vez más difícil enfocarnos en una sola tarea.


Los momentos de flow o solo libres de distracción son tan difíciles de conseguir que, las personas pagan cantidades de dinero para poder tener acceso a estos. Desde saltos de paracaídas y clases de surf hasta conciertos y video juegos. La gente invierte tanto en estas emociones que en los hogares deberían pelear por limpiar los platos. Pero lavar los platos a diferencia de todos estos, no es excitante, ni especial. Ni un salto en paracaídas ni una sesión de videojuegos puede salvarnos de todos los males de los que los platos nos pueden librar. Aun así muchos prefieren hacer cualquier cosa antes que lavar los platos.


Así como lavar los platos, muchas otras tareas en nuestras vidas tienen importancias vitales y el potencial de afectar nuestra vida para bien o para mal. Muchas veces esas consecuencias las atribuimos a la suerte, buena o mala, es la suerte la que se termina llevando el mérito. Más que tomarnos el tiempo para hacer las cosas, el poder darnos el espacio de sentir, de observar y de poner atención a los detalles es lo que marca la diferencia. Encontrar el gusto en hacer estas cosas cotidianas con cariño es equivalente a darnos ese cariño a nosotros mismos y a nuestra familia. 


Algunas cosas como lavar los platos ya no son de nuestro interés, todos aspiramos a cosas más grandes y más importantes que lavar los platos; como tener importantes trabajos con los que ganar mucho dinero, para pagar a quien lave los platos por uno, y poder hacer las cosas que uno quiera, en vez de lavar platos.


De la misma manera muchas otras tareas del hogar, no tan elegantes, dejan de ser de nuestro interés y cada vez más requerimos de pagar a alguien que las haga por nosotros. Lavar el carro, cortar el césped, limpiar la casa, hacer la comida, cuidar a los niños, etc. Esto solo nos obliga a tener que gastar más y más dinero; por consiguiente depender de trabajos que no siempre son lo que más nos gusta hacer. Y así la falta de atención y cuidado se pasa de nuestro hogar al trabajo. 


Aunque trabajemos en nuestro propio negocio haciendo lo que nos apasiona, cada negocio va a tener algo que no nos gusta hacer.  y acá es donde nos volvemos a encontrar con el mismo reto, porque suelen ser las cosas que no queremos hacer las que nos requieren mayor cuidado. Pero si este trabajo no es ese emprendimiento soñado o ese puesto haciendo exactamente eso que nos gusta, las cosas se pueden poner más difíciles. No siempre vamos a poder hacer lo que queremos, pero nos guste o no, lo mejor siempre será hacerlo de la mejor manera. Es un delicado balance el poder mantener un sano estilo de vida que nos permita tener un trabajo a gusto, ya que si el dinero lo es todo el trabajo también lo será; cuando estas cosas cotidianas de la vida logran ser apreciadas, necesitamos menos de otras cosas.


La atención, el cuidado y la presencia son las habilidades que necesitamos para nutrir, ya sea nuestro trabajo, nuestro hogar y a nosotros mismos. Hacer cosas difíciles con gusto y con gracia le da energía a lo que hacemos y esto se ve, se siente y nos afecta día a día. Al final, todo comienza lavando los platos. Lograr hacer algo que no nos gusta de buena gana y con cuidado es una victoria que nos puede llevar a muchas otras más. 

 

Sea lo que sea que realmente queramos hacer, solo lo vamos a hacer estando vivos; así, vivir bien, con atención, cuidado y con gusto, debe ser nuestro máximo objetivo. Saborear y sentir cada segundo, sonreír y disfrutar de sufrir un poco. 




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