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Familia, tecnología y comunidad

Actualizado: 15 oct 2024

Cuando mi esposa y yo decidimos casarnos, ya teníamos en mente formar una familia. Tener hijos juntos es algo que ambos vemos como una parte importante para nuestras vidas. Aún no tenemos hijos, pero es nuestra intención tenerlos. Mi esposa es médico, nutricionista e investigadora, por lo que está constantemente actualizándose en temas de salud y nutrición, temas en los que por muchos años la sociedad nos ha vendido ideas de lo que es sano y de cómo tratar las enfermedades, que sin duda han sido las ideas más productivas para ciertas corporaciones, pero no necesariamente las más convenientes para los ciudadanos. Ella a causa de su contacto con este conocimiento nos ha llevado a cambiar muchos de nuestros hábitos alimenticios y de consumo. Que realmente han tenido un buen impacto en nuestra salud.


Yo por mi parte soy ingeniero y emprendedor. Siempre he sido curioso, y desde que empezamos con nuestro plan de familia mi curiosidad ha tomado la dirección de aprender todo lo que me pueda ayudar a hacer que mi proyecto de familia sea exitoso. Aquí me he encontrado con muchas preguntas y preocupaciones que no me había planteado antes. Temas de salud física pero también de salud mental, temas de la sociedad en la que vivimos, en cómo funciona y las cosas que no están funcionando muy bien. A la hora de pensar en tener hijos son muchos los problemas que saltan a la vista inmediatamente; Y aunque como dice mi padre “Uno nunca está listo para tener hijos “ Mientras llega el momento y sabiendo que se acerca, me prepararé lo mejor que pueda.


Así, el cómo darle a nuestros hijos un entorno sano donde crecer se ha convertido en la gran interrogante. Ya que en diversas ocasiones reconocemos caer de alguna manera, en prácticas que nosotros mismos no consideramos las más sanas. Uno de los problemas con el que más difícil hemos encontrado lidiar, ha sido el uso de pantallas o de dispositivos con pantallas. Para los que  en particular parece haber un consenso entre expertos, en el que reconocen que afectan enormemente el desarrollo de los niños y que generan desórdenes emocionales y en la socialización. Por otro lado hemos tenido la oportunidad de presenciar cómo los niños quedan inmediatamente fascinados, (por no decir hipnotizados) con pantallas, en las que después serán presas del contenido que Youtube considere más apropiado para ellos. Esto, nos quedó claro, será el mayor de los retos. Sobre todo sabiendo que incluso nosotros, adultos; somos constantemente víctimas de las redes sociales, el infinite scrolling y del interminable contenido en Youtube.


¿Cómo podríamos restringir el uso de estos dispositivos a nuestros niños, cuando no somos capaces de restringirlo a nosotros mismos? El primer paso sería volvernos capaces de liberarnos de estos, para así poder predicar con el ejemplo. En nuestro caso no ha sido fácil, pero tampoco ha sido tan difícil como podría ser para muchos. Eliminar el televisor es algo a lo que ya nos habíamos adelantado, y eso nos contó como una primera batalla ganada,  Pero la computadora y los teléfonos inteligentes serían otra historia. Estos son los principales ladrones de nuestra atención y nuestro tiempo. 


Lograr transformar nuestra tecnología en verdaderas herramientas para el trabajo y la productividad sin ser víctimas de las constantes trampas para nuestra atención, requiere de un muy consciente esfuerzo. Empezar por ver la tecnología digital como una herramienta y respetar el poder de esa herramienta. De la misma manera que una herramienta tan sencilla como un cuchillo requiere de una mano firme, para no herirse a sí mismo al cortar. Nuestras herramientas digitales requieren de gran conciencia para no dañar nuestras mentes al utilizarlas. Y de que, hasta donde yo sé, nadie deja a los niños jugar con cuchillos.


Así, el deshacernos de la tecnología y pretender volver al pasado no nos pareció una opción. La única opción sería volvernos nosotros mismos capaces de domar nuestras nuevas herramientas para así tener la expertiz y el criterio  para transmitir estas habilidades a nuestros niños. En este proceso lo primero que encontramos es, que no somos los únicos y que existen aplicaciones para bloquear las distracciones en nuestros celulares así como opciones de ponerlos en blanco y negro para que todas esas apps no se vean como confites en la tienda. El app para bloquear otras aplicaciones fue suficiente para completamente poner el teléfono bajo control, permitiéndonos utilizar las aplicaciones necesarias como los mensajes, la del banco o los mapas. Y asignando horarios a las de carácter laboral como el correo, evitando así llevar el trabajo a la casa. y bloqueando el uso de internet, apps de compras, redes sociales y medios. De esta manera, hemos muy efectivamente logrado convertir nuestros teléfonos en verdaderas herramientas. Esta última frase es muy fácil de leer, pero realmente no tan sencilla de hacer realidad. Sin embargo no es imposible. 


Pero el problema no termina ahí. Hace unas semanas mi hermana me contaba que tendría que comprarle un tablet a mi sobrino de siete años como parte de los materiales de clase en la escuela, que ahora implementará actividades educativas a través de una aplicación. Esto me hizo pensar que aunque tengamos nuestra tecnología muy bajo control, ese no es el caso del resto de la sociedad, y que tarde o temprano nuestros hijos van a venir pidiendo un celular como el de sus amigos, para poder enviarse fotos en instagram. O pidiendo una pantalla para ver videos de youtube y una consola de videojuegos.  Esta realización nos ha dejado una sensación de impotencia por algún tiempo, incluso hasta la fecha. Ya que no creemos que la solución esté en terminantemente prohibir. Nosotros también fuimos niños y adolescentes, y sabemos bien que si les prohibimos eso que desean, ellos van a encontrar la forma de conseguirlo sin nosotros.


Pero el constante indagar los temas de salud y bienestar nos llevó a otro lugar donde veríamos una luz. En este caso mi gusto por la arquitectura tradicional me llevó a encontrar temas de comunidad, en particular de cómo nuestra estructura social moderna, industrial y capitalista ha corroído a las comunidades en el mundo. El consumo masivo dió paso a nuevas formas de crear riqueza y nuevas formas de vivir e interactuar con el mundo. Antes sin toda esta tecnología las comunidades eran mucho más unidas  y las personas se conocían de manera más íntima. No habían redes sociales llenas de personas actualizando su estado, pero había vecinos que se conocían entre ellos, porque se reunían a tener conversaciones en tiempo real, en las que se contaban sobre sus vidas, sus historias y sus problemas. De la misma manera se ofrecían ayuda y el apoyo emocional por el que muchos ahora tienen que pagar. 


Así, aprendiendo sobre nuevas y no tan nuevas ideas de como volver a dar vida a las comunidades fui a dar con el co-housing. En él se encuentra la idea de comunidad intencional. A diferencia de los vecindarios convencionales donde las interacciones entre residentes suelen ser limitadas, el co-housing fomenta conexiones sociales a través de espacios compartidos y actividades colectivas. Instalaciones comunes como cocinas comunitarias, jardines, talleres y áreas de recreación que sirven como puntos focales para la interacción, alentando a los residentes a colaborar, compartir recursos y apoyarse mutuamente.


El co-housing ofrece una plétora de beneficios, tanto sociales como ambientales, convirtiéndose en una alternativa atractiva a los modelos de vivienda tradicionales. Una de sus principales ventajas es el sentido de pertenencia y apoyo que cultiva. Al promover la interacción regular y la asistencia mutua, el co-housing fortalece los lazos sociales y reduce los sentimientos de soledad y aislamiento, en comunidades que se conforman alrededor de las costumbres y valores en común de sus residentes.


Si bien es cierto, la comunidad es una burbuja dentro de la sociedad y tarde o temprano el acceso no solo a tecnologías sino también a la cultura moderna llegarán a los ojos atentos de nuestros hijos. La posibilidad de crecer en una comunidad donde otras familias que comparten los mismos valores que nosotros y que se preocupa de la misma manera por su salud, puede servir para fortalecerse más unos a otros. Siendo esta solo una de las tantas ventajas que ofrecen estas comunidades.


Habiendo encontrado respuesta en este modelo de comunidad, nuestro reto aún tiene mucho por delante. Encontrar una comunidad alineada a nuestros valores no es cosa fácil. Y crear una nueva va requerir de encontrar primero a esas familias que estén  dispuestas a dar  un paso como este. 


Al final, nosotros así como muchas familias solo podemos continuar tratando de hacer lo mejor para que nuestros hijos crezcan para ser grandes personas, con la mano firme para aprovechar cualquier tecnología que se les ponga enfrente, sin salir dañados en el proceso. Solo podemos tratar de seguir dando lo mejor que tengamos, para darles una vida y una nutrición sana  y los valores que les permitan mejorar y corregir el rumbo de esta sociedad de la que todos somos parte.





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